Alimentar aves sera muy costoso en Valencia

Como verán en esta nota extraida del diario "Las Provincias" ya todos los municipios españoles estan trabajando en el control de ave-plagas.

Lo que mas llama la atención de este borrador que se esta creando para sancionar a quienes alimenten aves (o también perros o gatos, pero nuestro incapie esta en las aves ya que es nuestro mayor interes), son los montos de las multas.

Dar de comer a las palomas será muy caro en Valencia. El borrador de la nueva ordenanza de tenencia de animales habla de sanciones de hasta 18.030 euros en el caso de aquellas personas que acumulen varias multas por el mismo motivo en la ciudad.

Es el dato más llamativo, aunque la cuestión de fondo también llama la atención: el alarmante número de palomas que anidan a sus anchas en los tejados y huecos de edificios y monumentos históricos ha llevado a la concejala de Sanidad, Lourdes Bernal, a tomar esta drástica medida.

Las sanciones empezarán con 30 euros para las leves, siempre a criterio del agente de la Policía Local que levante la multa. A partir de esa cantidad hay un recorrido que llega hasta los 601 euros, mientras que las graves van desde esta última cifra hasta los 6.010 euros.

El motivo que argumenta el borrador de la normativa es la prevención de riesgos sobre la salud pública y la protección del medio ambiente urbano. Esa es la razón de que se prohíba por primera vez el "suministro de alimentos a animales abandonados".

Esto abarca los perros, gatos y las aves. En los dos primeros casos, la única excepción serán las colonias controladas por la Protectora de Animales. Los voluntarios de esta asociación, colaboradora habitual del Consistorio en este tipo de iniciativas, se dedican a alimentar colonias de gatos con el propósito de vigilar la salud de los felinos, los embarazos y llevar con ello un control efectivo de la población.

La ordenanza actual lleva un par de años en vigor, con lo que la actualización de la normativa incluirá aspectos como la alimentación de los animales silvestres y abandonados. Sobre el ámbito de la prohibición, la frontera será todo el casco urbano encerrado entre la ronda de bulevares, así como parte de la periferia agrícola.

Con esto último se refiere a que también estará prohibido alimentar estos animales a menos de cien metros de un edificio declarado Bien de Interés Cultural. Uno de los casos más claros es el antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes, actual sede de la Biblioteca Valenciana, aunque también afectará a otros monumentos arquitectónicos.

El Ayuntamiento, a través de la contrata municipal, ha realizado en los últimos años una intensa labor de control de las bandadas de palomas, en especial en aquellos lugares donde los edificios resultan más afectados. La plaza de la Virgen, con la Basílica y la Catedral, es un buen lugar para comprobar el efecto pernicioso de los excrementos de estos animales, que literalmente se "comen" la piedra.

Por esta razón, se ordenó hace años incrementar las capturas controladas, hasta reducir en diez mil ejemplares el censo estimado de Valencia. Las enfermas son seleccionadas por los técnicos para su eliminación, además de fomentar la retirada de cientos de huevos de los nidos en los propios edificios.

Los agentes de la Policía Local también determinarán que se produce una situación "de estados de insalubridad, daños, molestias o alteraciones ambientales." En el caso de las colonias de gatos sólo se autorizará pienso seco y la concejalía de Sanidad tendrá un conocimiento previo de los lugares donde trabajarán los voluntarios de la Protectora de Animales.

Los restauradores de monumentos se las han ingeniado estos años para evitar el daño que producen las palomas. De este modo, pinchos a lo largo de la cornisa, cables eléctricos y hasta un tipo de barniz especial son instrumentos destinados a la protección de la piedra.

Con las palomas no hay problema, aunque cuando se trata de especies exóticas (loros y cotorras) al estar catalogadas como especies protegidas, los proyectos de limpieza de las fachadas de los edificios sí deben tener en cuenta esta circunstancia. Eso ocurrió durante la restauración de las torres de Quart, cuando tuvieron que ser desalojadas decenas de parejas de cotorras, que anidaban en los agujeros dejados por el impacto de la artillería francesa durante la invasión napoleónica.


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